El regreso de "hijos del pueblo": a 40 años del retorno de soldados de Malvinas
Actualidad , Política
A bordo del transatlántico británico Canberra, más de 4 mil soldados argentinos que habÃan peleado en la guerra de Malvinas regresaron al continente el 19 de junio de 1982 y, a pesar del intento de ocultamiento y de la imposición de silencio por parte del gobierno de facto presidido por Leopoldo Galtieri, los madrynenses les dieron una conmovedora bienvenida y protagonizaron la jornada conocida como “el dÃa que Madryn se quedó sin pan”.
Luego de 74 dÃas de conflicto bélico y presentada la rendición el 14 de junio de 1982, los combatientes argentinos debieron emprender el regreso al paÃs: comenzaron a hacer largas filas en la zona de embarque de Puerto Argentino, fueron requisados y subidos de a grupos en lanchas que trasladarÃan a la mayor parte de ellos hasta el buque Canberra.
“Cuando llegamos al puerto habÃa miles de soldados haciendo cola, no se sabÃa para qué, hasta que nos enteramos que era para embarcar. Era de noche, me subieron a una lancha con una gran cantidad de soldados, casi no entrábamos, sin dirección, sin saber a dónde nos llevaban”, recordó en diálogo con Télam el excombatiente del grupo de artillerÃa 121 de La Paz, Entre RÃos, Raúl Sánchez.
Al ver el Canberra, Sánchez y sus compañeros tuvieron que trepar por una escalera de soga unos tres pisos para ingresar al buque, donde con un “cartoncito de bienvenida” escrito en inglés se les asignó un número de prisionero y sector del barco donde estarÃan durante el viaje de cuatro dÃas.
“Nos asignaron un camarote, éramos cinco, cuatro dormÃamos en camas y uno en el piso pero por lo menos ahà pudimos bañarnos después de dos meses con la misma ropa. Perdimos la noción del tiempo porque sólo salÃamos para comer y una vez nos llevaron a cubierta donde solo se veÃa el mar que parecÃa infinito”, rememoró el excombatiente rosarino, Francisco Medina.
Ambos coincidieron en la “incertidumbre total” que representó no saber a dónde los llevaban, qué harÃan con ellos, sumado a la advertencia recibida en el buque de que “debÃan tener cuidado con la gente porque el recibimiento iba a ser hostil”.
El Canberra atracó en el Muelle Almirante Storni en la ciudad aún dormida de Puerto Madryn la mañana del sábado 19 de junio sin aviso alguno a la población que al ver el gran operativo desplegado en toda la zona en un radio de tres kilómetros no tardó en averiguar que volvÃan “los muchachos de Malvinas”.
“Se empezó a correr la voz en el pueblo, la conmoción era muy grande porque venÃan nuestros muchachos. Fue algo espontáneo, algo que nació de los vecinos que estábamos en las calles, queriendo verlos pasar, confirmar que por fin estaban de vuelta”, relató la fotógrafa madrynense Mabel Outeda, quien no dudó en sacar su cámara, romper el cordón militar que los separaba de los combatientes y tomar fotografÃas de aquella “jornada inolvidable para Madryn”.
La gente corrÃa a la par de los camiones y colectivos, aplaudÃan, gritaban, nos daban aliento, fuerza, nos traÃan pan de a montones que con el hambre que tenÃamos lo agarrábamos asomando la mitad del cuerpo afuera”. excombatiente Juan Carlos SosaÂ
El excombatiente Juan Carlos Sosa lo recuerda con nitidez: “La gente corrÃa a la par de los camiones y colectivos, aplaudÃan, gritaban, nos daban aliento, fuerza, nos traÃan pan de a montones que con el hambre que tenÃamos lo agarrábamos asomando la mitad del cuerpo afuera”.
Los soldados levantaron las cortinas de los camiones unimog del Ejército para recibir el afecto del pueblo madrynense y a cambio arrojaban sus rosarios, estampitas, cascos y mantas en señal de gratitud.
En tanto, el excombatiente Medina resaltó una diferencia entre los primeros en desembarcar que fueron asignados a colectivos y quienes luego fueron subidos a los unimog: “A muchos nos tocaron colectivos con los vidrios todos cerrados, tapados con papel y cortinas, no veÃamos nada, sà escuchábamos los aplausos y los gritos de la gente alentándonos pero no podÃamos hacer nada”.
Gran parte de los soldados que arribaron a Madryn ese dÃa fueron llevados a la exBarraca Lahusen donde pasarÃan unas horas para luego ser trasladados al aeropuerto de Trelew y a otras unidades militares aledañas para emprender el regreso a sus hogares.
“Estábamos sentados en la cocina de la casa de mi prima a la vuelta de la Barraca Lahusen y sentimos que golpeaban la puerta, eran dos soldados correntinos que venÃan a pedir comida. Inmediatamente les preparamos unos sandwiches bien cargados de fiambre y les dimos una caja con todo lo que tenÃamos en la alacena para que se llevaran”, contó emocionada la docente madrylense de 73 años, MarÃa del Carmen Pereyra.
“TodavÃa tengo el recuerdo de sus rostros, el estado de sus ropas, todos amontonados, fue muy impactante”, recordóMarÃa del Carmen, docente madrylense
Conmocionada por lo sucedido, MarÃa del Carmen no dudó en decirle a su marido que “algo más tenÃan que hacer”: “Fuimos hasta la Barraca a buscarlos a ver si podÃamos traernos a casa a dos o tres, pero nosotros vivÃamos más lejos y cuando llegamos nos dijeron que no podÃan porque ya se los llevaban a Trelew”.
“TodavÃa tengo el recuerdo de sus rostros, el estado de sus ropas, todos amontonados, fue muy impactante”, recordó en diálogo con Télam con la voz entrecortada MarÃa del Carmen.
Para el historiador y escritor argentino, Federico Lorenz, fue muy importante esa bienvenida en Madryn porque “marcó una diferencia entre el proceso de desmalvinización estatal y la actitud popular hacia los excombatientes”.
“Marcó una diferencia entre el proceso de desmalvinización estatal y la actitud popular hacia los excombatientes”.Federico Lorenz, historiador
“El que desobedeció una orden y llevó a un soldado a su casa para que coma y se bañe, el que prestó un teléfono, el que se ofreció a llamar para avisar, mandar un telegrama, el que los abrazó como si fueran sus hijos a falta de que todavÃa no habÃan visto a sus padres, fue contra el silenciamiento impuesto por el Estado”, explicó a esta agencia Lorenz, quien tradujo lo expresado por el pueblo madrynense en la consigna “El pueblo no se confunde”.
Asimismo, el historiador remarcó que el recibimiento no pudo ser el mismo en otras ciudades del paÃs y que el caso de Madryn representa un “quiebre en el dispositivo de control” que instaló el ya debilitado gobierno de facto de Galtieri para ocultar la llegada de los combatientes, su estado fÃsico y de esta manera tratar de silenciar lo que habÃan vivido.
“En esta ciudad ocurrió un fenómeno: Cuando se dio el regreso a Madryn, hubo varios muchachos de diferentes provincias que con el recibimiento que tuvieron acá se radicaron con sus familias porque encontraron el lugar que los abrazó y los contuvo”, sostuvo el excombatiente y actual presidente del Centro de Veteranos de Puerto Madryn, Daniel Belmar.
Solo 33 combatientes de Malvinas son oriundos de Puerto Madryn, la mayorÃa llegó al continente en otras embarcaciones a diversos puntos del paÃs pero las familias madrynenses esa jornada recibieron a esos más de 4100 hombres sin importar su ciudad natal porque los consideraron “hijos del pueblo”.
“Todo lo que brindaron los vecinos de Madryn fue por la lucha, por la entrega y en eterno agradecimiento a los excombatientes que desde ese dÃa son los hijos de Puerto Madryn”, concluyó Belmar.
Esa jornada marcó un antes y un después en la historia de la ciudad chubutense, tanto que en 2016 fue aprobada la ordenanza 9449 donde se declaró al 19 de junio como el “DÃa que Madryn se quedó sin pan: por la solidaridad y gratitud de los vecinos”.