El campo, al igual que el mundo, necesita igualdad
Agro
En agosto del año pasado, Sandra Shroff, cofundadora y actual vicepresidente de UPL Global, compartió con las mujeres rurales argentinas una anécdota que la define y abre el debate sobre la mirada que aporta el género.
Sandra contó que en una oportunidad en que su esposo Rajju se fue de viaje, ella se involucró en la empresa para resolver los problemas que por entonces –la década del ’70 en la localidad de Valpi, India- tenían las personas que trabajaban en ella. Así fundó una escuela cercana a la fábrica para que los trabajadores tuvieran oportunidad de arraigarse sin que sus hijos perdieran calidad educativa.
Con acciones como éstas, poniendo en valor a las personas, Sandra Shroff se forjó un lugar de liderazgo en el mundo empresario global. Hoy, la compañía que fundó junto a su esposo en 1969 está presente en 130 países y se ubica en el quinto lugar entre las principales empresas de soluciones agrícolas del mundo y segunda en biosoluciones. En UPL, el 14% del staff a nivel mundial está integrado por mujeres, en Latinoamérica es el 40%, en Argentina el 28% y en éste país el 37% del equipo gerencial son mujeres.
Esta clara y feliz tendencia aporta más preguntas que certezas. No hay dudas de que se están creando nuevos espacios y conexiones que dan protagonismo a la mujer en el mundo rural.
¿Pero los desafíos que enfrenta la humanidad, como la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, el cambio climático, la educación, la nutrición infantil, el acceso al agua, la alfabetización digital, se pueden resolver desde miradas fragmentadas? ¿Son campo-ciudad, hombre-mujer, analógico-digital, inteligencia humana-inteligencia artificial, esquemas de pensamiento a partir de los cuales construir el futuro?
¿No será que la evolución del mundo nos ubica ante la necesidad y la oportunidad de cooperar y complementar, más que de competir? ¿Será que la fortaleza está en tener un propósito que nos supere y trascienda?
Los nuevos equilibrios no son ya una opción sino una necesidad. Necesitamos nuevos niveles de conciencia para resolver los desafíos que como seres humanos se nos presentan, más allá del género.
La igualdad debe ser el principio y no el fin de los esfuerzos. Cuando una maestra o un maestro, con generosidad, enseñan a un niño a interpretar y respetar a la naturaleza -incluida la humana- está configurando las posibilidades de las mujeres como parte de la sociedad y, claro está, del campo argentino.
Según destacron desde UPL, tienen un propósito que se denomina OpenAg: crear una red de agricultura que alimente el crecimiento sostenible para todos. Sin límites, sin fronteras. Bajo este paraguas se enmarca el fortalecimiento de la mujer rural. Con este horizonte trabajan todos los días, convencidos que el campo, al igual que el mundo, necesita igualdad para construir sostenibilidad